A principios de Febrero los hermanos Roca, quienes regentan el triestrellado Celler de Can Roca, renovaban la oferta gastronómica del Hotel Omm mediante la “reinvención” del restaurante Roca Moo y la inauguración de un bar de tapas, el Roca Bar.
Admiro enormemente el trabajo de Joan, Josep y Jordi, y su restaurante de Girona es para mí uno de los imprescindibles, por lo que las expectativas al visitar el Roca Bar eran muy altas. Soy consciente que el concepto es totalmente diferente y por supuesto no pretendía poder comparar experiencias, pero si esperaba salir de allí con un nivel de satisfacción mayor.
Tengo sensaciones encontradas, porque en general he disfrutado mucho de la comida, pero ha habido detalles que considero no pueden estar detrás de un nombre como Roca ni se pueden justificar con el precio que se paga.
El inicio ha sido estupendo, gracias al Trío de Ostras: Ostra al Cava, con una agradable y dulce compota de manzana y cava texturizado; Ostra con vinagreta de escalonias, con un toque delicado de pimienta; y Ostra con salsa ponzu, muy sutil. Tres combinaciones muy acertadas.
Le han seguido unos Boquerones marinados con anchoas y aceite de aceitunas negras, llenos de sabor, y un estupendo Tiradito de lubina al estilo Nikkei.
El siguiente es un clásico Roca, el Timbal de manzana y foie gras con aceite de vainilla. Riquísima composición a la que le ha faltado, a mi gusto, un punto de caramelización sobre la manzana, que a parte de ese punto dulce que tan bien le va al foie le hubiese aportado textura crujiente.
A continuación, un estupendo Steak Tartar con patatas soufflé. Una versión diferente a la del Celler, pero muy recomendable. Puede aderezarse al gusto con las tres especias que le acompañan, de curry, nuez moscada y pimentón dulce.
Tras el Steak, una gran decepción, las Patatas Bravas. Esta es una tapa demasiado fácil como para que salga mal en un lugar como este y, sinceramente, no puedo ni calificarlas como mediocres. Estaban empapadas en aceite y a la salsa le faltaba muchísima chispa. Una verdadera lástima.
Afortunadamente, las estrellas del Roca Bar llegaban después, los Rocadillos. No cabe duda que se han convertido en los imprescindibles del lugar, y la fama está justificada. De los cuatro que se ofrecen, me han llamado la atención el de Rabo de buey al vino tinto, jugosísimo y de sabor intenso, y el de Anguila ligeramente ahumada con teriyaki, sensacional.
El relleno es parte imprescindible, pero la masa con la que hacen los Rocadillos no lo es menos. Suave, esponjosa, ligeramente dulce y crujiente en los bordes. Un gran acierto.
Cuando se habla de postres de restaurante, uno de los primeros que viene a mi mente es precisamente El Celler de Can Roca, y es por ese motivo que no quería dejar pasar la oportunidad de probar los del Roca Bar. Aquí es donde ha llegado otra de las decepciones.
De las cinco opciones ofrecidas, entre ellas una ensalada de frutas, una crème brûlée y un sorbete de manzana verde, pienso que los platos fuertes (por la elaboración de los mismos) serán el Coulant de chocolate negro y helado de stracciatella y la Tarta de manzana con helado de jengibre, por lo que son los escogidos.
Al coulant le ha sobrado un poco de horno, el chocolate derretido del interior que caracteriza este postre era casi inexistente, y la tarta de manzana, que han servido con helado de vainilla por no tener de jengibre, era una base de hojaldre sobre los que han colocado unos gajos de manzana, sin más.
No esperaba encontrar las elaboraciones del Celler, pero tampoco postres tan mediocres.
Nunca en mis posts hablo de precios, prefiero centrarme en la parte emotiva, pero en este caso creo que es necesario ya que a partir de determinados importes el nivel crítico debe acentuarse. 2 personas con los platos mostrados, vino a copas (2 cada uno de Borgoña Jean Marc Boillot), una botella de agua y un café asciende a 160 €. Todos los platos han sido para compartir, excepto las ostras que fueron dos tríos.
Teniendo en cuenta lo comentado sobre las bravas, los postres, que los camareros no saben responder a preguntas sobre elaboraciones o ingredientes, que la carta de vinos es sorprendentemente limitada (además de cara) y que además las copas las han llenado a un cuarto, es inevitable haber salido con cierto sentimiento agridulce.
Quienes tengan pensada una visita, no se echen atrás, los Rocadillos, entre otras tapas, bien la merecen. Yo, sin duda, les daré otra oportunidad.
Roca Bar (Hotel Omm)
c/ Rosselló, 265 (Barcelona)
Tlf. 934454000
www.hotelomm.es/roca-barcelona/roca-bar/