Referirse a Casa Solla es aludir sin ninguna duda al precursor de la nueva cocina gallega, Pepe Solla.
Tras hacerse cargo del restaurante familiar hace unos 15 años y renovar su carta, inició también una revolución paralela en la gastronomía gallega, hasta el momento conservadora y reticente a cambios.
En todo este tiempo, además de convertirse en el gran embajador de la cocina gallega, ha ejercido de líder del grupo NOVE, una congregación que ha crecido con los años y que cuenta en la actualidad con 22 cocineros.
Su importante papel no sólo ha conseguido situar a Galicia en un lugar privilegiado dentro del panorama culinario sino que la ha consolidado como una de las más cohesionadas.
Casa Solla conserva la esencia de sus orígenes, un antiguo pazo cuyas vistas desde la sala muestran el bonito paisaje rural de San Salvador de Poio, pero también refleja contemporaneidad e innovación.
Pepe ha plasmado estéticamente en su restaurante el fiel reflejo de su cocina, leal a sus raíces y a los sabores de su tierra pero adaptada a las técnicas más actuales.
Su propuesta gastronómica se fundamenta en la defensa del producto autóctono y en la honra de su calidad.
Cocciones precisas, platos frescos, ligeros y elegantes.
Elaboraciones que derrochan madurez y cordura, respetuosas con los sabores de la memoria pero enriquecidas por un dominio técnico admirable.
La sencillez con la que se muestra la cocina de Casa Solla, aderezada por agradables contrastes fruto de la experiencia viajera de Pepe, me conquistaron en mi primera visita. También lo hizo él con su entusiasmo y energía. Rebosante de orgullo por lo conseguido pero crítico y deseoso por seguir progresando.
El servicio de sala, pese a tener que atender un restaurante a rebosar y con dos mesas numerosas, no perdió el ritmo en ningún momento. Superada la distancia inicial, la atención fue amable y cuidadosa.
Carta de vinos bien escogida y con interesantes referencias gallegas, algo que esperaba dada la sapiencia de Pepe en este ámbito.
El gran menú, que consta de 20 pases, es coherente y equilibrado. Llegar al final es un agradable paseo que en ningún momento resulta pesado. No falta ni sobra nada.
Se inicia con unos aperitivos, las piedras que se comen, aceitunas rellenas, camarones crujientes y bocata de molusco, Pan con aceite , y el huevo que no es, un trampantojo cuya yema es una crema de calabaza y la clara queso San Simón.
Tres siguientes platos divertidos y delicados, “Laconcita pibil” de nabo, Toma tomate!!! y Vieira con Green Tallarin.
Fabulosas sus 3 formas de cocinar un jurel ahumado, delicioso el Bonito, kéfir, pepino y tomate aliñado, y apetitosa la Gamba sobre un guacamole y tomates.
Riquísimo Huevo de verano, seguido de dos pescados impecables y sorprendentes, una Merluza con espárrago blanco asado, romesco de cacahuete y yema, y una Lubina con verduras asadas y mayonesa de chiles. Portentosos platos.
Hubiese repetido hasta la saciedad del Tartar de vaca gallega, aunque el Gallo de corral con ensalada de setas y hojas puede que me sorprendiese aun mas si cabe.
Antes del paso a los postres, no podía faltar la Selección de quesos gallegos con los dulces. Pecaminosos.
La sección dulce se inicia con unas ricas Gominolas y la Leche cuajada, queimada y manzana, demasiado azucarado a mi gusto.
Y finaliza con el Paisaje de verano, refrescante y ligero, mucho más ameno llegado este punto del menú, y la Tarta de Santiago, una original y fabulosa versión muy equilibrada y bien lograda.
La gran naturalidad y sencillez que expresa este menú no hace más que corroborar la sinceridad y grandeza de Casa Solla. Un gran imprescindible.
Restaurante Casa Solla
Avda de Sineiro, 7. San Salvador de Poio (Pontevedra)
Tel. 986872884
www.restaurantesolla.com