Hace ya unos años que tapear está de moda en Barcelona, y desde que grandes de la gastronomía como Albert Adrià, Carles Abellàn y ahora Jordi Cruz, entre otros, han abierto sus bares, la tapa se ha convertido en un bocado de lujo.

Jordi Cruz vive un gran momento profesional. Las dos estrellas concedidas por Michelin en su última edición al Restaurant Àbac y la conseguida en 2008 en l’Angle del Hotel Món Sant Benet le han catapultado a lo más alto del universo gastronómico. Su actividad no cesa y, desde hace unos días, lidera también el Ten’s, un local de tapas de autor.

El lugar me trae buenos recuerdos ya que es justo donde se encontraba el primer Àbac de Xavier Pellicer, aunque con una imagen totalmente renovada.
La propuesta de tapas es interesante y pienso que apta para todos los gustos, tanto para atrevidos y amantes de la cocina creativa como para los más tradicionales.
21 platos, incluidos postres y una selección de quesos, componen la carta y aunque las tapas típicas son siempre tentadoras, me ha seducido más la alternativa vanguardista.

Producto y elaboración son excelentes, pero antes de entrar en el menú, debo hacer referencia a un detalle que desafortunadamente ha impedido que la experiencia fuese de 10. Aún teniendo claro que se trata de un bar de tapas, creo que deben haber unos parámetros mínimos en lo que se refieren a la atención al cliente, y en ese sentido el servicio no está en absoluto a la altura de la cocina.
Me gusta que se rompan cánones preestablecidos en cocina y servicio, siempre que sea para ofrecer propuestas interesantes, pero tras cuatro primeros platos pienso que no se puede servir un solomillo de ternera, y menos cuando faltan por llegar un arroz, pulpo y un pescado.
Habíamos empezado bien, según la comanda, y los tiempos entre plato y plato también lo eran. Tras llegar el restaurante al 50% de su capacidad todo ha cambiado. Una espera más larga de lo normal tras el cuarto plato ha dado paso al solomillo. Imagino que mi cara de sorpresa ha sido la que ha propiciado la pregunta de una camarera, a la que aparentemente le ha extrañado que no me pareciese bien haber recibido la carne en ese momento. No solo se ha mostrado ofendida por decirle que esperaba la carne al final sino que me ha dicho que era yo quien debería haber avisado del orden deseado al pedir. ¿¿¿Disculpa??? Pido los platos según están en la carta, uno por uno, y la carne es el último antes de la selección de quesos y los postres, ¿y realmente debo especificar en qué posición quiero recibirlos?
Aunque me indigna la respuesta decido que esto no puede echar por alto una buena comida y sigo como si nada, dando las gracias tras ser servida y haciendo comentarios de satisfacción sobre los platos, pero nada cambia la actitud de dicha camarera, que hasta el final se muestra seca y altiva.

Puede que me equivoque, pero siempre he considerado que un proyecto tras el que está el nombre de alguien reputado, debe cumplir con ciertos requisitos mínimos. En este caso mis expectativas no creo que sean nada del otro mundo, un buen producto, bien tratado y un servicio correcto.

Dicho esto, por suerte he podido disfrutar de un suculento tapeo, que empezaba con una fantástica ostra con nieve de manzana verde y acedera, un acompañamiento muy agradable.
Las anchoas “ibéricas” con aguacate y pan con tomate son otro platillo estupendo. Me ha encantado la combinación de sabores y texturas.

Sorprendente el Foie-gras con higos, migas dulces y saladas con helado de pimienta Sechwan. Para mi uno de los mejores.
Otra delicia es el Huevo a baja temperatura, parmentier de patata, parmigiano reggiano y rúcula. Los huevos son una de mis debilidades, y últimamente si los veo en alguna carta hechos a baja temperatura no puedo pasar sin pedirlos. Este no defrauda en absoluto.

Tras él, el Solomillo de ternera asado con viruta de avellanas, foie gras y cebollita confitada, que dejando a un lado que no llegase en el momento más adecuado, cabe decir que estaba perfecto en cuanto al punto de cocción. Jugosísimo y bien acompañado.
Solo empezar con el solomillo llega el Arroz de hongos con foie gras, reypenaer, avellanas y rúcula. Lo que comentaba sobre los tiempos, a cada mesa nueva que se llena la cocina parece ir algo menos acompasada. No obstante, el arroz está sabrosísimo, justo al punto de cocción que me encanta.

 Posteriormente el Pulpo cocido, pimentón de la Vera, patata con aceite de arbequina y humo de haya. Fabuloso, tierno y con un toque ahumado grato y sutil.
Y antes del postre, el pequeño Suquet de rape con gamba de Palamós, alcachofas y romesco de avellanas, un buen plato en el que, por desgracia, se les ha pasado la mano con la sal.

Tras este lapsus, la guinda la pone el dulce. El coco con yogurt y limón, riquísimo y ligero, además de muy refrescante. Y finalmente la Espuma de requesón, brioche empapado en miel caramelizada y piñones tostados, muy goloso.

Dejando a un lado el desagradable malentendido, la experiencia gastronómica del Ten’s es totalmente recomendable. Sin duda alguna repetiré para quitarme la espinita y descubrir el resto de tapas.

Ten’s – Tapas Restaurant
c/ Rec, 79. Barcelona
Tel. 933192222
www.tensbarcelona.com